No tuve gozo sin duelo
ni esperanza sin herida,
ni altos vuelos sin amarras,
ni alborada sin umbría
Entre rocas y entre abismos
caminé desatendida,
el paso altivo y doliente,
de nieve y fuego vestida.
Desposada de las sombras,
suspirando mediodías,
vino el invierno a mi rostro
dejando el alma dormida.
El amor siempre escondido
bajo invisibles aristas,
se llevó mieses y zarzas
navegando en su deriva.
Pusieron cerco a la hoguera
de mi ternura encendida,
y aquélla llama anhelante
se fué trocando en ceniza.
Como una flor en la cumbre
de un volcán dejé mi vida,
abrasada por un cerco
de emociones sin orillas.
No tuve risa sin llanto,
ni cosecha sin sequía.
Compañero sin ausencias,
jornadas sin despedidas.
Se fué quedando la espera
anclada en su celosía,
y entre arrecifes la nave
donde la ilusión volvía.
09.1994
Bufff, Virginia, hay versos que me describen. Gracias, como siempre. Un abrazo.
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