Inolvidable amigo, cuántos años escuchaste el mudo testimonio de mi inquietud, el júbilo que a veces desbordaba mis emociones y el inquieto remolino de sus quejas ... Quedó sin concluir este escrito, la última carta, cuando en un radiante otoño, te despedías de la vida en tu distante hogar.
Apenas si las lágrimas se asomaron a mis ojos, porque otros llantos habían secado ya el caudal, y mi vida en su desmayo todavía se deslizaba por trágicas pendientes.
Y ya no pude confiarte los desgarros que sucedieron tras de tu marcha; me secuestraron en su doliente atalaya, y solo un huracanado viento disimulaba consuelos.
Tampoco pude compartir contigo nuevos soles que acunaban el duelo atrayendo esperanzas a mi corazón . Una vez me dijiste que las cosas cuando pasan por nuestro lado, nos buscan para rescatanos y sembrar en la aparente y baldía sequía renacimientos y vergeles.
Pero ya, pasados los años , y recorriendo un instante el templo donde aparqué tu recuerdo, quiero concluir mis palabras... Tal vez como epílogo final, tal vez como prefacio de un utópico envío, donde la realidad se adormece y como mágico destino reverdece en un amable ensueño su fantasiosa posibilidad.
En aquel libro que un día me regalaste, permanece tu foto, y la mirada estática nuevamente me contempla con dulzura . Y releo una y otra vez esas páginas como en un ritual que me conecta con tu templada voz y la cadencia que me envolvía, llevándome en alas de un arpegio siempre novedoso y sutil.
La emoción me embarga y su peso derrama el esfuerzo sobre un cesped donde la nostalgia desea descansar sintiendo que tu te acercas a mi lado, como en aquel ayer, despacio , con la complicidad de una sonrisa benevolente y la caricia de tus manos en mi confusa frente. Huele a tí la verde hierva con el rocío del ocaso , y la luna otea el embriagador silencio que me aísla en la evocación.
La página del libro se abre en mi memoria : " Si la duda oprime tu corazón, abrázala en silencio y pronuncia mi nombre, que yo acudiré en tu ayuda, recogiéndote en mis brazos, amiga mía, para que el temor no ahuyente el brillo de tu rostro" . " El destino se conmueve del amor que avanza sin desánimo, y solo se consolidará cuando sus labios beban del manantial que inagotable se desliza en la ladera..." "Los amantes se entregan a la muerte, y en un perpetuo matrimonio se rubrica su promesa en la eternidad. El enlace une sus almas en su solo vuelo hacia los confines donde los dioses habitan" ...
Y así , encaneciendo lentamente en las horas presentes, mi sentimiento, atrapado en los cánones de tu recogimiento, te busca entregando sus palabras al refugio de lo inasible.
¿ Recuerdas aquella última vez en que nos encontramos, fugazmente, en una noche de Noviembre, cuando mi enamorado requería mi presencia y tan sólo pude saludarte un instante ? Rememoro el adios que iba susurrando en las calles como una letanía que ya presagiaba la última despedida. Pero mi pensamiento, secuestrado por la necesidad cotidiana, no pudo detenerse un momento, para escuchar ese escondido y clarividente mensaje entre la hojarasca que una suave brisa aventaba en el camino de parque.
Pensaba en confidencias de bienestar que quería decirte con entusiasmo. Y avanzaba en el color de mi vida con un mañana cuya luz cegaba la oscuridad de lo venidero. Y tranquila me alegraba imaginando tus ojos en mis ojos, asintiendo con la cabeza, con la complicidad de un hermano.
Pero pronto la tormenta acechó inexorable , y premonitoriamente precedió al trágico tiempo que fué talando la luminosa estela de los momentos que iban transcurriendo apaciblemente.
Ahora que esta íntima soledad me lleva en su vieja barca por las horas y los días en su lento vaivén ... te presiento sentado a mi lado, mientras, a lo lejos, casi se divisa el umbral donde mis párpados podrán cerrarse en el generoso abrazo del último sueño.
10.2011