lunes, 3 de octubre de 2011

EL DOLOR DE UN NIÑO

La luz de la mañana transparentaba heridas de fuego,
el eco solitario entregaba al vacío su llamada,
se quebró el regazo como hielo en el seísmo
y el exilio de la pena bajo un sol negro
abrió lentamente su insondable sima.

Solo quedaba aquella figura del cuento
llegando amable hasta su sueño,
pero tambien ella
se desvanecía...

Pilares de espeso humo sujetaron el doliente anhelo
donde el lenguaje se trocó en rumor extraño
y el llanto escondido apenas si pudo alentar.

El secreto perduró,
insaciable sombra sin destino,
vagando como inquieto epitafio
en la empalizada del olvido.

¿Qué bálsamo podría ya devolverle la sonrisa?

1999
 

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