martes, 4 de diciembre de 2012

CON LOS OJOS ENTORNADOS




Demando mi propia inexistencia
al sueño que teje olvidos.

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Me deslizaré por senderos sin rumbo
hasta anochecer en mi memoria ,
con su cadena apenas remendada 
en el cobertor que la niebla le ofrece.


¿Qué duende escondido amontona
las hojas secas a mi alrededor ?
Aquella niña que desde el espejo
miraba incrédula el censo de la vida.


Se vistió temprano con el sesgo del ocaso,
en una nube de polvo que arremolinó el viento 
junto al abrupto dintel de su albergue
cuando el cansancio enrojeció su llamada. 


¿A quién buscaba?   ¿ A quién llamaba ? 
El eco de su voz siempre le envolvía
en el prefacio de una monótona cantinela
acompasada por el campanil de la ermita.


El viandante de la muerte tocó su hombro,
le saludó en otro idioma con una sonrisa,
una débil despedida, en la escalinata ...
junto a una flor marchita, regalada al azar.


Con los ojos entornados, su infancia
se detuvo en la ligereza de lo ilusorio;
con la verdad cincelada en el barro,
exiliada entre renglones nunca escritos.


...Hoy la nieve acomoda los espacios,
internaliza lo insumiso en su lento vaivén;
frío que arde entre los bordes de un alma
que fué naciendo lentamente en el tiempo.


Al asomarse , casi cumplida su tarea
el latido de la existencia ya no puede seguirla.
Rebosada por su explendor se abrasa
y su noviciado se extingue sin ceremonia.


12.2012

Virginia F.A.