lunes, 14 de noviembre de 2011

Arranca mi piel

                  

Arranca mi piel, esclavo enfermizo que eres mi dueño...

Te entregué mi vida entera aderezada de ternura,
te ofrecí mis ilusiones rescatadas de las ruinas.
Dancé en la furia de tus ojos anhelantes,
como enrojecida sombra, perdida
bajo el túpido tul del finguimiento
 ocultando la desesperación de mi semblante.

¿Qué siniestro poder te hizo carcelero?
El paladar se seca con el llanto reprimido
ahogando el aliento en su propio vendaval,
y los ojos entornados miran solo las esquinas
deshojando la cordura
en un cuenco desgastado.

Ya vuelven los besos a clavar sus espinas
en los atrios celosamente guardados
violentando la calidez que les aguarda.

Besos de negra sangre que rugen seduciendo,
zarpazos que desgarran a tientas en la noche.
Y el insano placer muere bajo las sábanas,
con un ritual oscuro disociado en su anhelo.

Después , la nada se cubre de hielo y desdén,
cavilando en su mausoleo un silencio
que socava una y otra vez la despedida.
Y grita su voz, escondida en su agonía,
jadeante, indecisa, rasgada...

Arranca mi alma, esclavo enfermizo, es cuanto queda...
Pero mañana, verás que a tu lado
solo te acompañará su fiel venganza.

11.2011