viernes, 30 de diciembre de 2011

¿Para que soñar...

¿Para qué soñar 
si ya, el día concluye
y la estación de los hielos
blanquea los prados silenciosos?...

Cuando por el horizonte caminaba
ermitaño aquel afán, casi a hurtadillas,
¿no recuerdas que entre lágrimas y sonrisas
pronuncié tu nombre llamándote, 
y sólo el rumor de la lejanía
devolvió el eco de mi voz como un suspiro?

*****

Cerraré este extraño libro 
donde mi tiempo está escrito
sin que su historia concluya.

Y sin embargo,
todavía hoy,
mi piel tiembla y se extremece
en brazos de un encendido amor,
y en el brillo de su mirada
contemplo de nuevo el amanecer. 

*******

El largo invierno me envuelve
en su llanura como un éxtasis,
en un anclaje de esperanzas
que apenas si me conmueven,
y en su secuestro cierro los ojos.

El tañer de una campana a lo lejos
rompe su blanco  silencio...

1995 -2011


¿Por que me sueñas tus cadenas...

                          ¿Por qué me sueñas tus cadenas
                          de ilusiones y esperanzas,
                          y enmudece tu sonrisa
                          desierta en la madrugada?


                          Los pasos de tu quimera
                          caminan entre las zarzas.
                          Tu piel desierta de besos,
                          ¿de qué mundo se creyó soberana?
                 
                          ¡Cuántas alas se marchitan
                          entre rejas y alambradas !

                          Dejad que mi llanto olvide
                          la suavidad de las lágrimas...
                          Cantaré sobre la nieve
                          la primavera soñada, 
                          caminando en el destino
                          sin umbrales ni antesalas.


                         1994
                              

Y perdida de nuevo...

...Perdida de nuevo entre la niebla,
sin hallar reposo ni consuelo,
oculto mi corazón de las palabras,
reclino mi cabeza en la soledad
con su tibio susurro en mi frente,
y desde su amiga mano 
recorro otros caminos antiguos,
de una juventud extrañada de sí misma...

Me acompaña un leve viento del sur
que roza mi piel
tímidamente,
y cae la tarde como dormida
en el regazo de las montañas .
Murmura el vaivén de las ramas
su misterioso lenguaje...

¿Quién , desde el oscuro cielo de la noche
una vez más,
escribe en las blancas páginas
del libro de mis horas? .

********

¿Por qué me sueñas sombra del ayer?
Mis labios tan solo rozan 
melodias de silencios,
y el color de mi rostro
se ha desvanecido
en el espejo de aquellos días.

Quizás vuelva la emoción a mis orillas
cuando la blanca bandera del navío
que retorna al horizonte
ondee en alta mar.

1989 -2011

domingo, 11 de diciembre de 2011

(epílogo de una desesperación) parte 1º



          Se extraviaba de sí  mismo y lentamente cruzó las calles de su entorno, como si avanzase en un desierto de ardiente arena bajo la enemiga vigilancia del sol en su cenit.
         La mirada de los transeuntes se ondulaba como un espejismo,  y sentía en sus oídos el retumbar de un rasgado huracán cuando rugia a su paso el persistente ruido de la ciudad en su rutina.

        Era un día como otro cualquiera, pero algo había estallado en los oscuros espacios de sus entrañas... como si una bala perdida hubiera entrado en su frente destrozando la acostumbrada percepción de sus momentos.
         El  amanecer intentaba  filtrarse en la niebla con un  húmedo ropaje que agrisaba la luz y sus  transparentes lanzas entre los fresnos del parque, como si empeñase un imposible rescate en el pegajoso telar que la desesperación iba tejiendo alrededor de su huída hacia ninguna parte.

        En  vano intentaba escudriñar su reflexivo pensamiento, tan solo un absurdo veneno desorganizaba sus recuerdos, tallados en débiles fragmentos, que al igual que el arcilla en el agua iban desaciéndose lentamente.
        Un  liviano  filtro  de  cordura  pasó  raudo  por  su  mente solicitando una palabra, un coherente lamento en aquella fiebre helada donde descendía peldaños de su propia vida. Nada más un gesto que pudiera detener al asombrado paseante que no evitara detenerse, y así poder acomodarse en su ayuda.
          Fugaz,  aquel  gesto  se abortaba en su intención; y escondido en un solitario paraje, acurrucó su cuerpo entre los árboles,  cerrando los ojos vencido por el cansancio.

          La  lluvia  hizo  que  se  despertase,  atónito de su estado y de aquella situación en la que se encontraba, empapado su pelo, sus ropas... la hoja de papel que había estrujado en sus mano y ahora estaba caída en el suelo. La alisó con sumo cuidado, los trazos emborronados apenas si se podían distinguir, solo la última palabra, pero la convulsión de su llanto le impidió poder visionarla, y el persistente aguacero acabó por deshacerla.
         Y  allá  dejó  esa  carta , tirada  en  el suelo, en un irreversible olvido, porque horas antes no tuvo valor para leerla.  Le había maniatado el tiránico temor de su contenido, y una presumible sentencia había explotado denigrando su endeble voluntad.

        Martilleaba   la   culpa   en  su   pecho,   en   sus   sienes ;  sus brazos y sus piernas temblaban cuando intentó levantarse  y caminar hacia otro lugar. El chapoteo de los charcos coreaba su inestable paso.  El aguijón de la duda se clavó en su garganta con hastiado amargor.
         La  decisión  ya  estaba  tomada  antes  de  que  aquella misiva  llegase  a  sus  manos , demoniaca decisión que inutilizaba todas las posibilidades allá escritas.  Quizás un adiós, tal vez una súplica;  un hilo de promesas...

         Embozó   su   sordidez  en   sí   mismo  para  no  dejar  que  un liberador rastreo de aquel contenido pudiera romper la falsa columna de su orgullo. Y con altivez más errática todavía, se aferró a la alambrada de una embriagadora sensación de venganza.
       El  torpe  engaño  se deshacía  como  humo  entre sus  dedos.  Pero  es  vana  tarea sortear las esquinas de la consciencia y subyugar su dormida amenaza. Imágenes de trágico destino endeudaban su desafío, y se doblegaba ante ellas como un anciano agonizante.

        Anduvo   nuevamente  bajo  las  veladas  luces de la ciudad, la oscuridad entre densas nubes iba adueñándose del ocaso  y apenas percibía el suelo que pisaba , resbaladizo , entre sonidos aderezados de agua y viento.

        Cuanto  más  ahondaba  en  su  ser,  mayor  se  hacía su herida y la sagre a borbotones perforaba su alma abriendo simas insondables. 

*******

                 La muerte,  súbitamente envuelta en un chirriante
                      ruido,   apagó  aquella  corrosiva   inquietud.

                 ... No  pudo  ver  la  mirada  de  quien había escrito
               esa  carta que  no quiso leer, y que ahora contemplaba
                          su  inerte  cuerpo  con  triste incredulidad.
                         
                                                 
08.2011
             

(epílogo de una desesperacion - parte 2ª ) Epitafio

         Cuando todo hubo acabado  y regresaba la acostumbrada rutina,  ella continuaba en aquel lugar, de pie, como una estatua , como si ese suceso ocurrido pusiera muros en su cuerpo. Una amiga la rescató casi a la fuerza.

             Seguía  lloviendo insistentemente mientras pasaban  las  horas,  ajenas a  las tragedias que alrededor acontecían.  Testigo fugaz que contempla la petrificación de las dolientes imágenes , que se perpetúan acunándose con un olvido inseparable del eco que le persigue, y los pertinaces flases que se enredan en el pensamiento y embalsaman su cautiverio.

             No  brotaba  ninguna  lágrima  en  sus  ojos  que  todavía   miraban con espánto a un punto invisible. Ni gritos ni lamentos llegaban a sus labios, entreabiertos, fríos y secos, como si evitarán rubricar aquélla dramática visión.

           Al igual que un autómata recorrió los lugares donde creía que él había transitado en aquellos momentos cruciales. Algo le atrajo hacia allá sin saber que misterio guiaba sus sonámbulos pasos.  Y...  sospresivamente, encontró aquel papel arrugado en el suelo, en una hendidura de las raíces del árbol , mudo testigo de su enlace .   Un doloroso latigazo recorrió todo su ser desvelándole lo que , quizás,  ya presentía.

             Reconoció su color malva   - no , no puede ser, es solo una coincidencia - pensaba  mientras su mano temblaba al sostenerlo.   En el borroso sombreado que el agua había trazado se distinguía algún breve renglón; sí,  la fecha, siete de Mayo,  ilegible, fragmentada , pero reconocible a su recuerdo, su mano la había trazado con doliente temblor.  Y abrazando el deteriorado objeto en su pecho pudo llorar, como si el dique que retenía su amargura se hubiera ya resquebrajado.

            Aquella  carta  era  una  despedida,  llena  de  ternura y de profundo sentir. Una exposición de reales reproches. Una ligera puerta abierta apenas definida. Un encubierto deseo de reconciliación.   En vano luchaba contra la culpa que quería adueñarse de las razones que su voluntad sopesaba al escribirlas, no para justificarse, sino para afirmarse en una decisión largamente meditada, que le había sido necesaria, tristemente necesaria e imperiosa.  
  
            Pero como envenenada flecha, el  balanceo de la duda y su fanático sigilo trataban de minar  la claridad de su pensamiento,  de  la  certidumbre de su decisión , enmarañando confusamente el caudal de sus emociones.

           Los  bucles  de  un  desgarro  insolente  le  apresaban  en  celdas    sin barrotes  pero tan herméticas como una tumba prematuramente cerrada, tenaz sensacion gravitando penosamente sobre su vida.
  
           El  parque  cincelaba sombras extrañas  a su alrededor como penitentes espíritus surgidos de antiguas leyendas.  Zarandeada por la confusión sólo pudo arrodillarse ante aquel cruel destino, que parecía danzar  ante sus ojos como  vengativo personaje de bodebil.

       Transcurrieron  largos momentos donde su  ser atravesó insondables simas, empujado por una desconocida tempestad que nunca había experimentado.  Aguijones de hielo le envolvían y su frío abrasaba pedazos de su alma, donde el amor, palpitante todavia, ensayaba una imposible despedida.

          De repente,  como impulsada  por  una  demanda  antigua,  se  levantó caminando hacia el refugio de la infancia que le llamaba con delicada insistencia.  Y una vez más, atravesó la oxidada verja,  la pesada puerta , el largo pasillo de aquel asilo,  buscando consuelo en esos brazos que todavía conservaban su aroma materno.

        Y lloró en el regazo de aquella mujer prematuramente anciana, de ausente rostro y vidriosos ojos perdidos en un desconocido lugar, denso y sinuoso, donde el olvido parece dibujar sombras chinescas que se desvanecen al querer atraparlas.

          Aquella mujer que aún conservaba la ternura en su facciones, acarició los rizados cabellos de la joven  en una ausente entrega.   Y de pronto, sus labios pronunciaron un nombre esbozando incoscientemente una sonrisa.  -  Esta mañana ha venido ese amigo tuyo a verme - casi se tocaba la sonmolencia de una larga pausa entre el rumor de la sala. Temblorosa la voz, sin guía, recorría extraños restos de la desnutrida memoria - Sí... ese amigo, ¿Miguel?  -  nuevamente un silencio -  Sí, sí , Miguel... - concluía en el automatismo de su rostro,  de un blanquecino tono como muñeca de porcelana.

           A  veces,  los  cielos  lanzan  rayos  infernales  que destrozan sublimes momentos.  La muchacha negó con su cabeza repetidamente aún sabiendo que no iba a ser comprendida, y volvió a refugiarse nuevamente en ese regazo con el llanto quebrado.

           Su madre,  su  amada  y  necesitada madre  se  perdía  entre contornos de luz negra...  Y un altanero abismo las unía y desunía continuamente.

            Al despedirse besando aquella frente cálida y distante, la mujer empezó a canturrear una melodía,  esa canción  que tantas veces Miguel le susurraba al oído en los días donde la felicidad parecía firmemente anclada.  Esa canción que sonaba en el lugar donde se conocieron, tiempo atrás,  y ahora solo podía trazar en su ritmo un fúnebre epitafio.


10.2011            

viernes, 9 de diciembre de 2011

Yo me quedaré en tu muerte...




  Yo me quedaré en tu muerte,
para que tú,
mi eterno amigo,
puedas caminar por las estepas de tu ensueño.

Yo aguardaré en silencio
que el vaivén de mi sombra
extienda su rumor en el aire,
para que tú,
inquieto compañero,
despliegues tus alas de ilusiones
con mi amor en tu regazo.

Y cuando el viento del otoño
recoja mi pensamiento 
en la luz atardecida,
y recuerdes mi rostro apresado en la niebla...

No pronuncies mi nombre
porque el arroyo de mis días
se habrá desvanecido para siempre
tras de tus pasos.

Allá donde la lluvia vaya borrando tus huellas,
y un nuevo sol deslumbre tus ojos.


1986



La soledad trazó...



La soledad trazó un insalvable vado donde pudo sobrevivir,
pero el canto de los ruiseñores se alejó del sendero, 
y tan solo el loco transeunte
que viaja en busca de su incierta sombra
se acerca a su lado pidiendo una socorrida moneda...

El amor, oculto,
adiestraba en su semblante el esbozo de una sonrisa
como un bello sueño tejido para olvidar.
apenas conmovido en su precaria penumbra.

Hoy,
cuando se desvanece el extraño afán que apenas le alentaba,
el silencio acaricia su mano,
solo el silencio,
amigo fiel de ceniciento rostro.

2000

lunes, 14 de noviembre de 2011

Arranca mi piel

                  

Arranca mi piel, esclavo enfermizo que eres mi dueño...

Te entregué mi vida entera aderezada de ternura,
te ofrecí mis ilusiones rescatadas de las ruinas.
Dancé en la furia de tus ojos anhelantes,
como enrojecida sombra, perdida
bajo el túpido tul del finguimiento
 ocultando la desesperación de mi semblante.

¿Qué siniestro poder te hizo carcelero?
El paladar se seca con el llanto reprimido
ahogando el aliento en su propio vendaval,
y los ojos entornados miran solo las esquinas
deshojando la cordura
en un cuenco desgastado.

Ya vuelven los besos a clavar sus espinas
en los atrios celosamente guardados
violentando la calidez que les aguarda.

Besos de negra sangre que rugen seduciendo,
zarpazos que desgarran a tientas en la noche.
Y el insano placer muere bajo las sábanas,
con un ritual oscuro disociado en su anhelo.

Después , la nada se cubre de hielo y desdén,
cavilando en su mausoleo un silencio
que socava una y otra vez la despedida.
Y grita su voz, escondida en su agonía,
jadeante, indecisa, rasgada...

Arranca mi alma, esclavo enfermizo, es cuanto queda...
Pero mañana, verás que a tu lado
solo te acompañará su fiel venganza.

11.2011

miércoles, 26 de octubre de 2011

Lentamente cae la tarde...

         Lentamente  cae  la tarde y el dorado crepúsculo secuestra una vez más mi pensamiento.

         Desde  lejanas  tierras  me  llega  tu llamada, pero permanezco varada en mi sonmolencia, buscando naufragios de luz entre las trémulas siluetas de mi solitaria celosía, como si mi corazón ensayase la muerte y su desconocido bálsamo.

       La  impaciente  ráfaga  de  la  juventud  se desmaya ,  flor  marchita  que  apenas dejó su aroma en la azarosa jornada; y el amor me rodea con su palpitante empeño atravesando la umbría.

         ¿ Cómo  podría ya mirarte a través de la insondable grieta sin que me atrapase su reyerta de sombras? La sequía del escondido llanto distrae mi empeño y temo naufragar.

        Quizás   los  sueños  nunca  mueren  y  su inefable  pradera  una y otra vez reclaman el temblor de la primavera, la exaltada primavera que rasga el tiempo tranquilo de la nieve tardía...   Y abre su regazo como un amplio vado donde el rumor de las fuentes repite su estrofa amanecida, y los primeros pétalos se asoman en su acostumbrado despertar.

1999

martes, 25 de octubre de 2011

ELLA



                                                      Entre sonrisa y sonrisa
                                             la soledad embalsama
                                             la sequía en la ladera
    como un himno de plegarias.

    Mira sin brillo su estirpe,
    entre cruces y alambradas.
    Deja su antorcha en la nieve,
    pero ella nunca se apaga.

    Contempla a su lado el cerco
    que dibujaron sus lágrimas;
    volcán que arrasó cosechas
    bajo el fuego de su lava.

    Un lodazal de silencios, 
    epílogo de esperanzas
    quiso reinar en la umbria
    con su corona de escarcha.
     
                                            *****


    El vergel vuelve a expandirse
    bajo nubes plateadas,
    expandiendo su perfume
    donde los jilgueros cantan.

    Y el amanecer inunda
    la clausura de su alma,
    campanil que invade el sueño
    como una secreta alarma.

    No mueras en la tristeza
    mujer que luchas y avanzas,
    entre piedras y entre espinas,
    entre ruinas y cascadas.

    Tu fuerza es brisa que acuna
    al que en tu trayecto acampa,
    y tu amor encuentra el rumbo
    que el destino le negaba.


     
    10.2011
                       

AMAZONA DE LA VIDA

                                        

                                Galopando hacia la luna,
                                amazona de la vida,
                                salta sobre los muros
                                en su pasión encendida.

                                Con el viento en sus cabellos,
                                canta, rie, llora y grita,
                                y cuando el atardecer
                                sonroja el cielo, suspira.

                                Una nostalgia le llama
                                entre arbustos escondida,
                                y en sus raíces escucha
                                su secreta melodía.

                                Y danza bajo la lluvia
                                entregada a su caricia,
                                con los ojos entornados
                                y la piel mojada y tibia.

                                Un aliento le extremece
                                como abierta celosía, 
                                y en la fuerza de sus alas
                                rescata a su antigua niña.

                                Guardada está su penumbra
                                en una lejana orilla,
                                donde la corriente fluye
                                de azul y verde vestida.

                                Mirando un nuevo horizonte,
                                por la noche y por el día,
                                con su libertad galopa,
                                amazona de la vida.

                               10.2011
                                     

lunes, 24 de octubre de 2011

CARTAS A UN AMIGO- Ultima carta.

            Inolvidable  amigo,  cuántos  años  escuchaste el mudo testimonio de mi inquietud, el júbilo que a veces desbordaba mis emociones y el inquieto remolino de sus quejas ... Quedó sin concluir este escrito, la última carta, cuando en un radiante otoño, te despedías de la vida en tu distante hogar.

         Apenas  si  las lágrimas se asomaron a mis ojos, porque otros llantos habían secado ya el caudal,  y mi vida en su desmayo todavía se deslizaba por trágicas pendientes.
         Y  ya   no  pude  confiarte  los desgarros  que  sucedieron  tras de  tu marcha;  me  secuestraron en su doliente atalaya,  y  solo un huracanado viento disimulaba consuelos.

         Tampoco  pude  compartir contigo  nuevos soles que acunaban el duelo atrayendo esperanzas a mi corazón .  Una vez me dijiste que las cosas cuando pasan por nuestro lado, nos buscan para rescatanos y sembrar en la aparente y baldía sequía renacimientos y vergeles.

           Pero  ya,  pasados los años ,  y recorriendo un instante el templo donde aparqué tu recuerdo, quiero concluir mis palabras...  Tal vez  como epílogo final, tal vez como prefacio de un utópico envío, donde la realidad se adormece y como mágico destino reverdece en un amable ensueño su fantasiosa posibilidad.

        En aquel libro que un día me regalaste, permanece tu foto, y la mirada estática nuevamente me contempla con dulzura . Y releo una y otra vez esas páginas como en un ritual que me conecta con tu templada voz y la cadencia que me envolvía, llevándome en alas de un arpegio siempre novedoso y sutil.

          La  emoción  me  embarga  y  su  peso derrama  el  esfuerzo  sobre  un  cesped donde la nostalgia desea descansar sintiendo que tu te acercas a mi lado, como en aquel ayer, despacio , con la complicidad de una sonrisa benevolente y la caricia de tus manos en mi confusa  frente.  Huele a  tí  la verde  hierva  con  el  rocío  del ocaso , y la luna otea el embriagador silencio que me aísla en la evocación.

        La página del libro se abre en mi memoria :  "  Si la duda oprime tu corazón, abrázala en silencio y pronuncia mi nombre, que yo acudiré en tu ayuda, recogiéndote en mis brazos, amiga mía, para que el temor no ahuyente el brillo de tu rostro"  . " El destino se conmueve del amor que avanza sin desánimo, y solo se consolidará cuando sus labios beban del manantial que inagotable se desliza en la ladera..."   "Los amantes se entregan a la muerte, y en un perpetuo matrimonio se rubrica su promesa en la eternidad.  El enlace une sus almas en su solo vuelo hacia los confines donde los dioses habitan"  ...

        Y así , encaneciendo lentamente en las horas presentes, mi sentimiento, atrapado en los cánones de tu recogimiento, te busca entregando sus palabras al refugio de lo inasible.

        ¿  Recuerdas    aquella    última    vez   en   que   nos   encontramos,  fugazmente,  en una noche de Noviembre, cuando mi enamorado requería mi presencia y tan sólo pude saludarte un instante ?  Rememoro el adios que iba susurrando en las calles  como una letanía que ya presagiaba la última despedida.  Pero mi pensamiento, secuestrado por la necesidad cotidiana, no pudo detenerse un momento,   para escuchar ese escondido y clarividente mensaje entre la hojarasca que una suave brisa aventaba en el camino de parque. 

       Pensaba  en  confidencias  de bienestar  que  quería  decirte  con  entusiasmo.  Y avanzaba en el color de mi vida con un mañana cuya luz cegaba la oscuridad de lo venidero.  Y tranquila me alegraba imaginando tus ojos en mis ojos, asintiendo con la cabeza, con la complicidad de un hermano.
          Pero  pronto   la  tormenta  acechó  inexorable ,  y  premonitoriamente precedió al trágico tiempo que fué talando la luminosa estela de los momentos que iban transcurriendo apaciblemente.

           Ahora que esta íntima soledad me lleva en su vieja barca por las horas y los días en su lento  vaivén ...  te presiento sentado a mi lado, mientras, a lo lejos, casi se divisa el umbral donde mis párpados podrán cerrarse en el generoso abrazo  del último sueño.


10.2011

 

CARTAS A UN AMIGO -3ª

            Cuando vuelva a darte la bienvenida, debiera enmudecer, porque no sabré cómo contarte las penas y emociones de tantos días...  Tan solo apoyaré mi cabeza en tu regazo dejando que las lágrimas puedan aparecer sin amargura.

          Cuántas  veces  te  conté  mi  historia y el vaivén de su lamento...  En aquellas cálidas noches de agosto, cuando juntos mirábamos cómo se mecía el reflejo de la luna en las ondas de la apacibe corriente del río.  El canto de los grillos nos acunaba, los matorrales susurraban en su brisa con mesura, y pude creer que la felicidad era posible.

          Profundas  soledades  jalonaron  los  años  que  fueron pasando entre momentos soledados y amenazantes tormentas.  Grabadas están en mi piel y en mi memoria como invisibles surcos las heridas del destino, pero ahora ya no temo desgarrarme en las alambradas de los prados acotados.

          Porque  he  podido  comprender  lo  que  tus  ojos, en  silencio,  me  decían,  y  que acaso tampoco entonces tú podías entender...  ¿Cómo pronunciar siquiera unas breves de palabras, cuando siento que desde mi corazón habla el viento templado del sur?  ¿Cómo expresar ni siquiera con el lenguaje de una melodía la luminaria del arco iris como un ala de dios sobre mi cabeza?.

            Aunque  el  temor,  fantasma  de  las  noches  de insomnio   se  aleja  y desaparece  como tea encendida en las aguas, aún tiemblo igual que  un niño perdido al sentir extraños pasos tras de mí.

          La noche me secuestra entre murmullos de un delirio, pero mirando una vez más las estrellas se desvanece el tormento.  Porque llegará un día, cuando ya no respire este aire que me rodea, cuando mi corazón no pueda seguir latiendo, en que sabré a quien pertenece este afán que , como una promesa perenne, me lleva hacia el inmenso cielo.

         Si ya nunca más volviéramos a encontrarnos, no quiero que me recuerdes .  Solamente cuando mires tu rostro en el espejo de un transparente arroyo, estaremos juntos nuevamente, y sentirás , en la dulce tubiedad de un sueño, un beso sobre tu frente, al final del camino ...
 




1997

CARTAS A UN AMIGO - 2ª

              Mi fiel amigo, guardaste silencio porque  yo no podía oírte, tus claros ojos, húmedos, contemplaban una vez más el inseguro paso que temía emprender.

             Han  pasado largas horas de  emociones en mi memoria, y aún creo soñar extrañamente que puedo coger tu mano en la soledad del parque esperando que sonrías tu sonrías al mirarme.

            Cuando  la  noche  enturbie  con  un  pesado ensueño  la  encrucijada que aún tengo que traspasar, ¿ sentiré cómo acaricias mi cabeza para reposarme?... Quizás pronuncies mi nombre y pueda escucharte antes de cruzar la desconocida frontera donde todo se desvanece .

          Un  extenso  prado  de  nieve  recogerá  la  huella de mis pasos  y su desnuda lentitud.  Y cuando en la primavera, el primer tímido rayo de sol asome por el horizonte...
 
12.1996

CARTAS A UN AMIGO- 1ª

         No  supiste  de  aquellas  lágrimas  solitarias  y  la encendida emoción que me sobrecogía en cada momento en que me mirabas... Ni el velo de niebla que cubría mi rostro porque el destino ponía rejas alrededor de mi cuerpo. 
         Y  aunque cruzase amplios valles velozmente y navegase día y noche por mares sin retorno, nunca llegaría a alcanzarte, porque tú caminabas  donde otros horizontes acunaban el sol de la tarde. 

        Pero  si  de  mis  palabras  permanece  un  eco lejano entre  las ramas de los árboles, cuando la templada noche bañe en su tibieza el sueño de los hombres, quizás logres entender su extraño idioma.  Una suave brisa como amante mano acariciará fugazmente tu frente, desvaneciéndose luego, para siempre...
              
     Nuestros  días se  encontraron en un recóndito laberinto, pero  tus ojos estaban cerrados.  Yo viví el misterio y en la fuente de su quimera he apagado mi sed; toqué con mis dedos los hilos de su letargo y sonó, palpitante, la melodía.  Cuando el silencio y su espacio de atenuada luz te acompañe, podrás escucharla.

       Un  nuevo  despertar  envolverá  el  presagio  que  sonámbulo  vaga en las esquinas del destino, y se asomará mi rostro a tu sueño, como un lejano relámpago, para que en tu memoria permanezca solamente su silueta  y un oculto mensaje que quizás, algún día, te envuelva en otro sueño.
                                                                                                     
                                                                                      

1966