miércoles, 26 de octubre de 2011

Lentamente cae la tarde...

         Lentamente  cae  la tarde y el dorado crepúsculo secuestra una vez más mi pensamiento.

         Desde  lejanas  tierras  me  llega  tu llamada, pero permanezco varada en mi sonmolencia, buscando naufragios de luz entre las trémulas siluetas de mi solitaria celosía, como si mi corazón ensayase la muerte y su desconocido bálsamo.

       La  impaciente  ráfaga  de  la  juventud  se desmaya ,  flor  marchita  que  apenas dejó su aroma en la azarosa jornada; y el amor me rodea con su palpitante empeño atravesando la umbría.

         ¿ Cómo  podría ya mirarte a través de la insondable grieta sin que me atrapase su reyerta de sombras? La sequía del escondido llanto distrae mi empeño y temo naufragar.

        Quizás   los  sueños  nunca  mueren  y  su inefable  pradera  una y otra vez reclaman el temblor de la primavera, la exaltada primavera que rasga el tiempo tranquilo de la nieve tardía...   Y abre su regazo como un amplio vado donde el rumor de las fuentes repite su estrofa amanecida, y los primeros pétalos se asoman en su acostumbrado despertar.

1999

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