Desde lejanas tierras me llega tu llamada, pero permanezco varada en mi sonmolencia, buscando naufragios de luz entre las trémulas siluetas de mi solitaria celosía, como si mi corazón ensayase la muerte y su desconocido bálsamo.
La impaciente ráfaga de la juventud se desmaya , flor marchita que apenas dejó su aroma en la azarosa jornada; y el amor me rodea con su palpitante empeño atravesando la umbría.
¿ Cómo podría ya mirarte a través de la insondable grieta sin que me atrapase su reyerta de sombras? La sequía del escondido llanto distrae mi empeño y temo naufragar.
Quizás los sueños nunca mueren y su inefable pradera una y otra vez reclaman el temblor de la primavera, la exaltada primavera que rasga el tiempo tranquilo de la nieve tardía... Y abre su regazo como un amplio vado donde el rumor de las fuentes repite su estrofa amanecida, y los primeros pétalos se asoman en su acostumbrado despertar.
1999
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