lunes, 24 de octubre de 2011

CARTAS A UN AMIGO -3ª

            Cuando vuelva a darte la bienvenida, debiera enmudecer, porque no sabré cómo contarte las penas y emociones de tantos días...  Tan solo apoyaré mi cabeza en tu regazo dejando que las lágrimas puedan aparecer sin amargura.

          Cuántas  veces  te  conté  mi  historia y el vaivén de su lamento...  En aquellas cálidas noches de agosto, cuando juntos mirábamos cómo se mecía el reflejo de la luna en las ondas de la apacibe corriente del río.  El canto de los grillos nos acunaba, los matorrales susurraban en su brisa con mesura, y pude creer que la felicidad era posible.

          Profundas  soledades  jalonaron  los  años  que  fueron pasando entre momentos soledados y amenazantes tormentas.  Grabadas están en mi piel y en mi memoria como invisibles surcos las heridas del destino, pero ahora ya no temo desgarrarme en las alambradas de los prados acotados.

          Porque  he  podido  comprender  lo  que  tus  ojos, en  silencio,  me  decían,  y  que acaso tampoco entonces tú podías entender...  ¿Cómo pronunciar siquiera unas breves de palabras, cuando siento que desde mi corazón habla el viento templado del sur?  ¿Cómo expresar ni siquiera con el lenguaje de una melodía la luminaria del arco iris como un ala de dios sobre mi cabeza?.

            Aunque  el  temor,  fantasma  de  las  noches  de insomnio   se  aleja  y desaparece  como tea encendida en las aguas, aún tiemblo igual que  un niño perdido al sentir extraños pasos tras de mí.

          La noche me secuestra entre murmullos de un delirio, pero mirando una vez más las estrellas se desvanece el tormento.  Porque llegará un día, cuando ya no respire este aire que me rodea, cuando mi corazón no pueda seguir latiendo, en que sabré a quien pertenece este afán que , como una promesa perenne, me lleva hacia el inmenso cielo.

         Si ya nunca más volviéramos a encontrarnos, no quiero que me recuerdes .  Solamente cuando mires tu rostro en el espejo de un transparente arroyo, estaremos juntos nuevamente, y sentirás , en la dulce tubiedad de un sueño, un beso sobre tu frente, al final del camino ...
 




1997

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