La espesa niebla entibia el último sol que transitaba junto a mis pasos, y languidezco en el letargo de su deriva.
Vuelve a mí, escondido desgarro, para que pueda sentir mis pies aunque el suelo sobre el que camine sea yermo y desolado. Vuelve a mí, airada desazón para que recobre el aliento y pueda despertar de esta indolente penumbra.
Me atenazan oscuros grilletes, engañosos como una caricia, insaciables como eterna agonía. Y los contemplo como amigos silenciosamente leales.
¿ Tan amarga es la estancia de estos días de luto donde el dolor borra recuerdos y desnutre nostalgias?
...Quedó el navío abandonado, varado en los arrecifes , donde solo un loco transeunte camina , con sus ojos entornados, mientras repite como un negro canto su incoherente letanía.
La pena se alimenta de sí misma en su miseria, ansiosa de su antigua esencia y ensalzada en la fidelidad que le posee. Ay! eterna compañera, ¡cuántas veces busqué tus huellas en la nieve! Y con el paso desnudo de esperanzas, anhelante del mediodía soleado, contemplé el horizonte con una tenue sonrisa en los labios.
¿Por qué, amor... no brilla tu dorada presencia en mi soledad ?
11.2005
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