lunes, 24 de octubre de 2011

La espesa niebla...

        La  espesa niebla entibia el último sol que transitaba junto a mis pasos, y languidezco en el letargo de su deriva.

       Vuelve a mí, escondido desgarro, para  que pueda sentir mis pies aunque el suelo sobre el que camine sea yermo y desolado.  Vuelve a mí, airada desazón para que recobre el aliento y pueda despertar de esta indolente penumbra.

        Me  atenazan  oscuros  grilletes,  engañosos como  una  caricia, insaciables como eterna agonía. Y los contemplo como amigos silenciosamente leales.

       ¿ Tan  amarga  es  la  estancia de  estos días de luto donde el dolor borra recuerdos y desnutre nostalgias?
    ...Quedó el navío abandonado, varado en los arrecifes , donde solo un loco transeunte camina , con sus ojos entornados, mientras repite como un negro canto su incoherente letanía.

        La  pena  se  alimenta  de  sí  misma  en  su miseria,  ansiosa  de su antigua esencia y ensalzada en la fidelidad que le posee. Ay!  eterna compañera,   ¡cuántas veces busqué tus huellas en la nieve!  Y con el paso desnudo de esperanzas, anhelante del mediodía soleado, contemplé el horizonte con una tenue sonrisa en los labios.

       ¿Por qué, amor... no brilla tu dorada presencia en mi soledad ?


11.2005

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