miércoles, 1 de febrero de 2012

EL MENSAJERO DE LA MUERTE

...Apresuró el paso
entre cercos de luz y sombra
al ver mis ojos suplicando
ajenos al nombre grabado en su enigma.

Y rozando mi frente con delicada brisa
desvaneció el furtivo presagio
anclando mi alma a la rutina
con su manto de adormecida niebla.

Y no pude detener
su enigmática tarea,
con la utopía  de una infantil súplica
en el umbral de la plegaria.

Un vendaval , presuroso,
abrió la ventana
liberando un tiempo oscuro; 
y señalando al elegido
lanzó su rayo casi imperceptible.

...Recogí su cuerpo entre mis brazos
con su temblor apacible
caminando hacia el ocaso.

Con sigilo,
al caer la tarde,
el incansable mensajero  apresuró el paso
trazando rumbos sin oriente,
abrazando un frío sueño.

La noche
con su beso de apagado candil
amparó el vacio
que sobre el lecho aguardaba.
Rodeándome en la estela sonámbula
de un postrer abrazo
que lentamente 
se alejaba...
 
Y tan sólo el eco, desorientado,
envuelto en la cadencia de su voz
pronunció mi nombre.

**** 

Hoy, como estática estampa,
apenas dibujada en la memoria
busca su dorada celda,
entre las profundas raíces 
que cansadas de su envergadura
se atrincheran en la orilla.

Mientras
la corriente del agua
va desmembrando el reflejo.

Lentamente modulan los días
en su rutinario cortejo
un abandonado andén
y sus huellas,
como ráfagas de nieve
apagando las últimas brasas.

Mi empeño le busca entre tienieblas
acariciando soledades,
como en un sediento anhelo
que entre sus manos aguarda todavía...

Y yo, de su muerte,
soy amante fiel
donde en su vida
fuí novia esperanzada,
y festiva compañera.

La oscuridad dibuja su sonrisa
y el campanil de la torre
evoca sus palabras...

****

Un canon de despedidas
siempre regresa con la lluvia.



09.2011