Como un aliento escondido
se deshoja en su garganta
el viento de los recuerdos,
la imágen de la esperanza.
Hendió el aire con su llanto
en un vuelo sin mañanas;
no escuchó el eco lejano
de quien tanto le llamaba.
En los altos roquedales,
con su pena solitaria,
aguardó el último invierno
dejando morir sus alas.
Y acaso en su oscura pena
un cerco de luz le baña
despertando el triste cuerpo
desde las cumbres lejanas.
Dormita de nuevo y siente
su sonrisa secuestrada.
Le diseña nuevos prados
el anhelo en su mirada.
Deja que la vida lleve
tu caminar sin palabras;
que en tu amor deje su fruto
la primavera soñada.
1995
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