Hay un tiempo para morir con los ojos abiertos
mirando alrededor cómo se apagan las luces
que la ternura pudo encender.
El alma interroga a los espacios que ásperos
rodean un pesente de ciegos contornos,
y de las heridas sólo mana un frío hielo.
La hermandad se ha quebrado
y en su desdén quiere perpetuar su ciego empeño.
Confundidas sus raíces se secan
bajo una losa que no atraviesa la lluvia.
El mundo de la desesperanza empareda
el corazón que se abandona a la secuencia del miedo;
en vano la vida avanza en sus venas,
en vano el recuerdo calienta sus sienes...
El orgullo no perdona, sus grilletes brillan,
y el desahucio reclama su voluntad desnutrida.
Las lágrimas de la dorada esencia se sesgan
entre ruinas donde el desierto avanza.
Yermo el dolor apura un licor que quema los labios
y una mueca de sonrisa se petrifica en silencio.
Hay un tiempo donde la despedida no se ejecuta,
enmudece el adiós y una promesa se desvanece
al no ser pronunciada.
Vanidad del fracaso, te adueñaste de la furia
que altiva avanzaba en su victoria,
pero tu batalla se empobrece, y se retira.
*******
Un tímido gesto espera
en el nido abandonado,
que la primavera traiga
el calor de vida a su regazo.
05.2011
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