miércoles, 27 de julio de 2011

Hubo una vez

Puente S.Pedro-Pamplona

                 Hubo una vez un tiempo sin llanto, embelesado y frágil, y lo acuné con leyendas y canciones.   Brillaba Junio dorado alrededor, entre malvas y amapolas;  y en el espejo chispeante del arroyo coronado de juncos y pequeñas piedras, un duende de luz , como en un suspiro, saltaba de rama en rama escondiéndose a veces entre los matorrales de la ribera con un guiño, y juntos guardábamos nuestro secreto...  El vaivén del agua se llevaba nuestra silenciosa complicidad, muy lejos, allá donde extraños perfiles de rumbos encantados apenas se vislumbraban.

                   Hoy,  llena  el  alma  de tantas horas,  a veces amargas como la hiel y otras festivas y cantarinas como la primavera, cuando los duendes se han desvanecido y las leyendas dejan sabiamente su historia inacabada, contemplo nuevamente la luz filtrada entre las aguas  bajo el mismo puente,  que , como inalterable testigo sigue vigilando el paso de los años y su silencio de piedra me acompaña.

                    Como en una muda despedida del fiel amigo, devuelvo el guiño amable al duende que se despierta escondido en mi pensamiento, dorada chispa que no deja de girar ante mis ojos ya cansados y turbios, anhelantes todavía de lágrimas y sonrisas.


02.2000

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