martes, 26 de julio de 2011

PENSAD EN EL DESTERRADO

         Pensad en el desterrado que padeció los rigores del desierto, lejos de su tierra y cuanto en ella amaba.  El árdido viento cortaba su piel, el implacable sol ardía en su frente sin el bálsamo de un cercano oásis donde poder humedecer sus labios en su pequeña laguna...

        Pensad en su fébril sueño acotado de fugaces  espejismos, donde creía alcanzar el cobijo de las frondosas ramas de un árbol de primavera, como en aquella ribera verdecida que al recordarla se deshace como humo de arena en su cansado pensamiento.
       Caminante  entre  las  dunas,  sin más horizonte que la soledad, apenas embozado en una sudorosa y envejecida túnica. Lastrado el vano esfuerzo de su voluntad que, desfallecida, le empuja impacientemente, soberana de la alargada sombra que en el ocre manto parece cincelarse como mudo testigo de un vigilante cielo.

         Sin  la  penumbra  de  una  piadosa  muerte  que  le cobije  en su plácido regazo. ¿Qué cruel destino trazó aquél rumbo sin retorno?
       La  delirante  culpa  le acompaña con la ambigüedad  de una sentencia nunca pronunciada.  Algunos designios fingen en su impotencia la sectaria firmeza de una enajenada justicia, y emparedan la inocencia en la miseria que les consume.

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       Un día,   cuando la esperanza agonizaba,  regresó a su morada, respiró hondamente y entornó los ojos en un apacible sueño... Envejecido el rostro, sereno el espíritu, con el agua de lluvia deslizándose en su piel  y bendiciendo las heridas del amargo pesar de sus días.  Hermanando su más íntima lealtad, caminó muy lentamente en busca del claustro de los altos roquedales.
         La  fugaz huella del ermitaño apenas si ahonda en la tierra, pero como el arroyo que avanza sin incertidumbre en su trayecto, el alma se entrega a la sutil cadencia de un suave viento que silba desde las altas cumbres.

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        Pensad en el desterrado que a veces como huestes de ausencias rodea vuestro diario existir y sus confusas cuitas;  y lanzáis inutilmente vuestra ancla en el vacío .  Una sola lágrima podría deshacer el hielo...  pero  
                             ¿ quién posee el gran amor de esa lágrima ?.

05. 2011


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