Avanzaba la mañana de aquel caluroso sábado - ¡Qué bien que has venido! - dijo contento, sonriendo como siempre. Ahora, suenan más entrañables esas palabras como un eco que le presta su doloroso significado. Y apenas dos horas después ...
El dolor se abalanza y no deja que el recuerdo se deslice suavemente.
No me dijiste adiós, ¿o tal vez sí en aquella mirada perdida? ¿Cómo podría describir aquélla sensación que no quise sentir entonces para poder estar serena en el duro trance ?.
Hoy quisiera preguntarte, una vez más; porque espero , una vez más, que me contestes... Siento que alargas tu mano hacia mí y tratas de acercarte con una respuesta, pero no consigo traspasar el invisible muro que me separa de tí, y la duda me atrapa. ¿Estás ahí, a mi lado, en la antesala del otro mundo ?
Te desvaneces como si nunca hubieras existido y siento que mi vida desaparece también en ese misterioso lienzo. ¿O acaso yo en mi pena me aíslo y me aparto?
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