...Llena de luz llegó a mi lado, encendió con su mirada el desprotegido tiempo y embelesada me entregué a su destino.
Que extraños son los contornos de los días cuando la nave naufraga y el devenir de la esperanza se deshace como danza cruel en su desterrada y húmeda celda.
Las cenizas cubren de dorado aliento la impaciente imágen de la muerte en nuestro afilado lenguaje, pero desde el amor de ese rostro empañado, grabado en el pergamino del recuerdo, vuelve a fluir poderosa la vida.
El calor de sus manos me devolvía a mi hogar, su aliento perfumaba en su cadencia mis noches de llanto, y una vez más, invitada por un nuevo sol en el horizonte, creí sentirme bajo el manto protector del milagro.
Han pasado los años... y su música me contiene en su canon sin que mi airada herida pueda volver a disociarme. Y me acompaña la primigenia inocencia por el camino ya recorrido... Oteando el valle que se expande luminoso alrededor, se acomoda en la explanada y envuelve con sus nuevos ojos la opacidad de mi mirada.
¿Qué compasiva ternura la puso en mi destino ? Tal vez fué el dolor quien decidió detenerse en esa orilla ... Quizás los cielos quisieron bendecirme. Mis horas se desbordan agradecidas, y el cruel deseo despeja su oscuridad.
La magia está tan cerca a veces que apenas si llegamos a encontrarla, cuando te abraza su hoguera conquista y no debemos retirarnos.
Desatendida , la soledad intenta enraizar en ese lugar casi invisible de la sombra que hemos construído con la vergüenza que una dolosa culpa nos reclamó en perturbadoras noches de insomnio, pero se acaba ya el tiempo de su mediocre tiranía, y reverenciaremos el triunfo de un hermanamiento que restaura nuestra libertad y la protege.
El caminar se hace ligero, el encuentro amablemente nos protege, con audacia defendemos su legado y con virtud construíremos su renacimiento.

Fuí heredera de promesas incumplidas, regazo de huérfanas tristezas, amante en el claustro de un reinado furtivo; pero libre en mi pequeña pradera donde el silencio acogía el tímido gesto ermitaño y ausente...
Y hoy, en un otoño que serenamente guia el lento y cansado paso, la luminosa presencia que su amante entusiasmo expande a mi lado, rescatándome ilusiones y ternuras, transforma el rigor de las pesarosas huellas y ennoblece mi azarosa jornada.

Gracias Oihane 02.2011
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