Se vistió mi cuerpo de espinas
para poder sonreir libremente.
Y hoy fingiré que estoy dormida
vagando en las aristas de los muros.
Pero el llanto de mi despertar es tan hondo
que ni siquiera un dulce amor le consuela.
¿Acaso se abrió la cárcel de la locura
y al huir desgarré mi piel en su alambrada?
1989
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