El atardecer bordea las cumbres con su presagio dormido, mientras, como en un sueño de piedra, apoya su frente en los fríos cristales de la ventana.
Alguien llama en su puerta, pero no es quien ella espera... Hace tanto tiempo que aguarda su llegada que la locura esparció raíces en su alma, y protege su delirante confianza como ofrenda de quien pudo amarle un instante.
La cristalizada quietud envuelve las horas como un sudario de adormecida niebla, amoroso regazo donde se cobija para no perderse en las tinieblas que a su inquietud se acercan con sigilo.
Como una cuña en la memoria, se gravó el afilado témpano de la ausencia. La soledad le ampara ,fiel amiga, tejiendo en los silencios el tapiz de otras vidas, otros relatos imposibles que decoran la cúpula de su secreto templo.
*****
La luz del ocaso quiere distanciarla de su rutina, pero las brumas acotan los contornos del camino. Al cerrar los ojos en el cuenco de su tristeza, escucha de nuevo a lo lejos esa delicada voz ponunciando su nombre desde la verja del jardín.
Pero una vez más , el acomodo del acostumbrado vacío se sienta a su lado, y su monótono rumor le secuestra.
El pálido reflejo de la luna se filtra entre las nubes y como danza de un críptico ritual, dibuja la irreal silueta de un emblemático destino que nunca pudo cumplirse.
...Sin embargo, la nostalgia, sinuosamente, escolta el enigma de un poder que se esconde en su invisible reinado.

05.2011 (PAISAJES DE INVIERNO)
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