El reflejo de la luna se mecía entre las olas como un velero, el rumor de las aguas embravecidas arañaba las afiladas piedras. El ángel del misterio te rozó con sus alas mensajeras, pero te ensombrecías detras de tu dolor ocultando su lamento.
Solitario en tu quimera quisiste coger mi mano con tu sombra de niño apenas esbozada, pero el tiempo insondable desvanecía mi presencia.
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Viajero de oscuros espacios donde los zarzales florecen, ¿quién podrá saber tu nombre si yo no lo pronuncio?
Guardaré el secreto sin olvidar que un día tus ojos desnudaron la imágen de la vida entre las olas del océano que el viento acunaba. Y una diosa de penumbra invocará las entrañas de los volcanes lanzándose a sus llamas para rescatar el brillo de las estrellas.
...Y volverás a caminar por el verde valle.
1997
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