Protegida por un santuario
de hielo y fuego que me desborda,
prórroga de sueños incumplidos
con el sesgo de sus promesas...
Elevo mi ritual a un cielo
que afila su incansable destino,
en su insaciable tempestad
donde sus rayos desvelan los signos.
Guardé tu amor entre mis manos
con tus manos deshaciéndose entre olvidos,
y tu mirada en el contorno de la sombra
que me devuelve el cenit sobre el suelo.
Leve agonía, disociada en la despedida.
El retorno cruel gravitando en la memoria;
un rumor de pasos alejándose lentamente
mientras la melancolía busca una lágrima.
El eco devana tu voz sinuosamente,
todavia, sentenciándome en secreto
a una efímera eternidad encadenada
entre alfombrados espejos de un delirio.
Alzar la bandera del llanto, estandarte
que el amor vencido no puede sostener,
con mi nombre y mi rasgado regazo,
con su nombre y su destino truncado.
Extraña ceremonia de vida y muerte
danzando sin temor frente al abismo,
con las alas arrancadas de cuajo
y los ojos ciegos de dolor y de locura.
...Y con marchita majestad avanza
la soledad, en su aletargado festejo.
03.2012
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