lunes, 23 de julio de 2012

Amarraba la vida...




Amarraba la vida como si fuera su esclava
con sed de su propia sangre,
y lleno de vacío, 
la estrechaba en su anhelo.

Tan sólo un cadáver
sentía en su enajenada piel.
Tronaba el silencio en sus oídos.
Apenas una sombra se posaba en sus manos.

Trágica exaltación de un destierro
al que orgullosamente pertenecía.
Lápida de arena
donde escribió su nombre.

El viento borró en un instante
ese surco tembloroso en el ocre suelo,
y en su remolino
trazó un extraño signo.

Amarraba la vida como amante despectivo
celoso de su supervivencia
en el tiznado claroscuro
de su frágil cordura.

Lujuría de una humillada reliquia
que arañaba aquel odio
perfumando sus garras,
desarmando la furia de su coraza.

Descifró los renglones de su inocencia
vieja fábula que delirante vertía
un bautismo de sombras
en la consigna de su destino.

El sudor de su frente
resbaló por su mejilla,
y como última apuesta al perdón
atrajo la oculta lágrima de un  tiempo perverso.

 
15.07.2012 
Virginia F.A.
            

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