martes, 19 de junio de 2012

DIAPASÓN...



Duermo en la perpetua inocencia
del día que se deshace,
como una rosa olvidada
en un jarrón plateado.

Indolente en el último peldaño
de una escalera que conduce
al sesgo de ninguna estancia,
al cristal de una ventana...

mirando cómo la noche acude
y la lluvia resbala lentamente;
la frente levemente cayendo
en su lápida silenciosa.

Suena un reloj sin manecillas
señalando las horas que no existen.
Golpea el viento en los ramales
en una encubierta llamada.

Espera un instante , amigo del alma...
La indolencia tiembla en mi seno,
rompe mis alas y mis ojos enturbia,
su quietud me secuestra sin cadenas.

El suelo de mármol enfría
mis pies descalzos, inmóviles;
la desnudez de mi cuerpo no tiembla,
solo cohibe íntimamente su sangre.

¿Dónde estás amigo del alma?
Me esperaste, pero pasaron largos momentos
con su inacabado prefacio,
rompiendo el tiempo en su duda.

¿Muero en la vida y vivo en la muerte?.
Las esquinas muerden mi soledad,
la luz del amanecer las bisela
con un helado crujido en su azul.

Me acurrucaré en el viejo lecho
con el insomnio fingiendo un sueño.
Con las sábanas taparé mi rostro...
en un ensayo de renuncias.

Es mi juego, mi teatro, mi comedia,
esbozo de de un aria sin orquesta,
solo la voz... y palabras que se quiebran
en el atrio de una apuesta al olvido.


18 junio 2012
    Virginia F. A. 


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