lunes, 16 de enero de 2012

En el trapecio




Amo esa pasión que me destroza,
que me viste de fuego danzante,
que nieva melancolía en mis horas.

Oleaje que aguarda el sacrificio
para derramarse en turbulentas aguas
en una transmutación inexorable.

Entre cadenas y libre al mismo tiempo,
en el húmedo camastro de su celda
auque las puertas estén derribadas.

Me rasgó la piel y arrancó mis cabellos
mi mano enfurecida con su anhelo,
con su ciclón de querencia inagotable.

Pero tambien, segó la maleza del camino
y aparto pesadas piedras con aristas
resuelta a conquistar horizontes.

Extendió con esfuerzo el viejo tronco
sobre la abrupta corriente del río,
inestable puente que pudo traspasar.

El coraje del dolor derribó murallas
transformado en amor inquebrantable,
con su estandarte de sonrisa en el llanto.

Y desnuda de equipajes vanos
descalzos los pies, el paso ligero,
con temerario arrojo, sigo adelante.

Entre diques que se desbordan,
volcanes que despiertan su letargo,
barrancos que aguardan mi desmayo...

Bajo el sol que abrasa , bajo el frío cortante
en el páramo sombrío, en la yerma estepa,
sobre el filo de violentas tempestades.

La vida se alimenta de vida y muerte,
de airada ventisca y amable primavera, 
de enemigo oculto y amigo hogareño.

La mirada en alto sin temor en la frente 
los brazos abiertos aguardando universos,
y a mis espaldas...
compañeros de este singular viaje.

El amor devuelve confianzas ciegas
con atrayente riesgo, sin armas defensivas;
y el dormir se torna sereno al caer la noche.

Ven...
que te espero, hermano que dubitas.
No puedo darte la seguridad que ansías,
tan sólo mi ser, ligero, oscilante,
en el trapecio del destino.

01.2012


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